Fundamentos para la reducción de la jornada laboral (II)

lunes, 20 de junio de 2011

Fundamentos para la reducción de la jornada laboral (II)

Escrito por Manuel Sutherland*
Siguiendo la primera parte de este breve debate, procedemos a dar algunas puntuales razones para “ver” si hay condiciones para la reducción de la jornada laboral.
La burocracia “argumenta” que no hay dinero
¡No hay plata! Así dicen quienes administran las finanzas públicas en la actualidad, cuando se les habla de reducir la jornada de trabajo y mantener los mismos salarios (es decir, aumentar el salario por hora de los trabajadores). Argumentan estos correveidiles, que no hay suficientes recursos y que si reducimos la jornada, este país que según ellos está lleno de ‘flojos’, se iría a la ruina. También dicen que acá todos son unos “chulos” de la renta petrolera y que quienes ‘trabajan’ de verdad son muy pocos.
Lo anterior, evidencia que la base argumentativa de la negación a la reducción de la jornada de trabajo es anecdótica y falaz. Quien maneje un poco el devenir del presupuesto de la nación, se dará cuenta que aumentar en 25% (la jornada completa es 8 horas, reducirla a 6 implica aumentar costos salariales en 25%, si se sustituye con nuevos trabajadores) o simplemente reducir horarios, manteniendo los gastos de nómina, es una medida perfectamente viable que no impactaría de manera drástica en el presupuesto.
De hecho, el insuficiente aumento del salario mínimo de 15% + 10%, es el equivalente a la reducción de jornada laboral, en cuanto a costos. Incluso, el aumentar el ISLR a las personas jurídicas podría fungir como mecanismo de compensación para el pago de dinero adicional por la fuerza de trabajo adicional requerida. Es de recordar, que Venezuela es el país de menor presión tributaria de América y que la burguesía paga un porcentaje ridículamente bajo de las ganancias que obtiene a costa de la explotación del proletariado.
Reducción laboral es absolutamente factible
Los niveles de productividad de la clase trabajadora en Venezuela son bajos por la escasez de maquinaria, por escasa inversión técnica, por escalas de producción pequeñas y mercados estrechos. Sin embargo, a ese nivel de productividad, es totalmente factible reducir la jornada de trabajo y arrebatarle al burgués una porción de plustrabajo, decimos, reducir las grotescas tasas de explotación.
Un ejemplo práctico fue la reducción de la jornada de trabajo por los recientes racionamientos de electricidad. Muchas oficinas y empresas cerraron a la 1:00 pm, pero el PIB no disminuyó, no hubo ninguna merma importante.
¿Qué beneficios traería reducir la jornada de trabajo?
La tristemente larga jornada de trabajo, es factor clave para acrecentar: enfermedades ocupacionales, stress laboral, violencia doméstica, descuido a los hijos, obesidad, depresión, bajos rendimientos laborales y académicos.
Así las cosas, reducir la jornada de trabajo subyugaría las enfermedades ocupacionales, mejoraría la salud de los trabajadores, permitiría aumentar los rendimientos académicos de los alumnos que trabajan, disminuiría el stress, mejoraría la educación, facilitaría el tiempo para que el proletariado se desarrollase polifacéticamente en áreas como las artes, el deporte, los estudios etc. La reducción de la jornada haría que muchos desempleados pudieran trabajar y se pudiese relanzar la producción de bienes y servicios con más alto estímulo y potencia. Se podrían emplear 2 o 4 turnos de 6 horas, y muchas más personas tuvieran un trabajo menos agotador y destructivo.
Quienes se “quejan” que clase obrera o la burocracia media-baja, no hace política, no estudia o no se moviliza; no ven que estos trabajadores están agotados y no disponen de tiempo o energías para emprender esas labores. Reduciendo la jornada de trabajo, se pueden impulsar espacios organizativos de la clase obrera como lo son: Sindicatos, Consejos Obreros, Círculos de estudio, asambleas de debate en las cuales se analicen y propongan acciones que tiendan a poner en manos de los trabajadores las decisiones relacionadas a la gestión, fiscalización y dirección de los medios de producción.
Todo lo anterior sería maravilloso (para los socialistas de verdad). Los charlatanes de ayer, revestidos de una fraseología gris, pretenden engañar a la clase obrera, fingiendo la opereta del “no tenemos recursos” para negar una reivindicación histórica, que podría dar el protagonismo a la clase obrera, que el derechismo de cualquier color niega.
*Coordinador de Formación de la Asociación Latinoamericana de Economía Marxista (ALEM).

1ra parte en :

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