Primero de Mayo

lunes, 2 de mayo de 2011

Editorial Diario Tiempo
Como si el tiempo se hubiera detenido, las demandas y quejas del sector laboral son las mismas del año pasado, aunque con menor impulso en razón de la paulatina consolidación del régimen gubernamental.
Esas demandas y quejas se resumen en ajuste del salario mínimo, los groseros aumentos en los precios de los alimentos, del transporte colectivo, los combustibles, los servicios públicos, el terrorismo estatal, la violación de los derechos humanos, el seguro retorno del ex-presidente Zelaya Rosales y la convocatoria a asamblea nacional constituyente.

Igual que en los últimos años, las organizaciones obreras y campesinas desfilarán todas juntas mañana domingo, Primero de Mayo, en conmemoración del Día Internacional del Trabajo, junto con el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) en Tegucigalpa-Comayagüela y otras localidades del país.

Es visible en esta ocasión el aflojamiento de la cohesión del movimiento laboral, sin duda ocasionado por el desgaste en la lucha callejera sin objetivos claramente definidos y debidamente estructurados en el campo gremial, a la vez que sistematizados en la acción política correspondiente.

El movimiento laboral hondureño, que había ido perdiendo su influencia y poder de convocatoria en la escena política nacional por efecto de un planificado acoso institucional a su liderazgo, logró recuperar buena parte de su cohesión y su fuerza política como resultado de su oposición beligerante al golpe de Estado del 28-J/2009.
En ese momento, su participación solidaria y esencial en la constitución del Frente Nacional de Resistencia Popular, con el antecedente de su proyecto político-electoral de candidaturas independientes, marcó una nueva pauta para la formación del pensamiento político de los sectores populares del país, que aún prevalece en forma considerable.

Sin embargo, en la medida que el régimen post-golpe ha ido asentándose, a fuerza de represión institucionalizada y por inercia del sistema, el movimiento laboral, en su nuevo protagonismo, no parece haber solidificado su liderazgo —en base a objetivos políticos de largo plazo— y se debate en la indefinición y en un atavismo seudo-revolucionario.

Son varias las señales de esa situación que la dirigencia del movimiento laboral debe encarar objetivamente, en el interés de rescatar su rol original como instrumento de justicia social y de transformación política, dentro de un proyecto de evolución democrática.

Entre esas señales se distingue las estériles controversias en el interior de la conducción del FNRP, la falta de integración en las estructuras del liderazgo emergente, y el desconcierto e insolidaridad en determinados retos, tal como se advierte en la lucha magisterial.
Vistas así las cosas, el movimiento laboral hondureño, y, en conjunto, el movimiento popular, tienen ante sí su mayor desafío y su más exigente empresa histórica, de cara a la democratización de la sociedad hondureña con efectiva participación política, equidad económica y responsabilidad social.
 CORTESIA VOS EL SOBERANO

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