El pueblo, ante un penal tributario implacable
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. “YO INFRINGÍ LA LEY”. Esta máxima implacable contra los que violentan la Ley Tributaria en Honduras amaneció hoy en las puertas de un pequeño “salón de belleza”, en el centro de esta ciudad, donde trabaja la propietaria y dos muchachas; vende al día unos 20 “churros” (golosinas en bolsa) y alrededor de 15 refrescos.
Hace unos meses la dueña del negocio, estalló molesta ante el acoso de estrictos inspectores fiscales de la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI) que la visitaron en dos ocasiones en treinta días; en la primera, les mostró que estaba al día en el pago de impuestos y; en la segunda, procedieron a contarle los confites y churros, investigando si estaba evadiendo el fisco, con la misma voluntad férrea que capturaron a Al Capone.
En esa ocasión les dijo: “Ya dejen de molestar hombre, ganó un diez por bolsita, vayan a cobrarle a los ricos, a esos les perdonan impuestos; ya no jodan a los pobres, así como nos revisan a los pequeños negocios, deberían cobrarle a los dueños de comida rápida, esos son millonarios ¿por qué sólo molestan a los que luchamos para comer? este negocio sólo da para sobrevivir y para que estas muchachas llevan algo de comida a sus casas”.
El local, amueblado con dos viejas sillas de peluquero, una silla para lavar pelo, una vitrina, un sofá y una silla seguirá cerrado no sé sabe hasta cuándo, hasta que paguen los impuestos. Las muchachas ahora están desempleadas.
En Honduras de 2002-2006, el Estado exoneró en impuestos más de 45,000 millones de lempiras a grandes empresarios, de acuerdo a la DEI; la gran empresa goza de privilegios fiscales a través de distintos regímenes especiales que los perdonan del pago del impuesto sobre la Renta, Impuesto Sobre Ventas hasta por 20 años; los libera del pago de impuestos municipales hasta por diez años: pasado ese tiempo, las empresas saltan a otros esquemas de exención tributaria.
Todo enmarcada en el esquema neoliberal que privilegia la gran empresa para que concentre capital; en cambio, la carga de un sistema impositivo cae en las micros, pequeñas y medianas empresas. Todo eso conlleva el crecimiento de la pobreza.
No existe en Honduras, una política tributaria que desarrolle los estratos de ingresos medios y bajos. En otros países ya existe el impuesto unificado para las empresas que no están ubicadas como grandes empresas. ¡Vivan los emporios, mueran los micros, pequeños y medianos esfuerzos! CORTESIA EL LIBERTADOR
