La herencia de Ricardo Maduro: muchas “minas” enterradas y una altísima corrupción

viernes, 2 de noviembre de 2012


Por más que se quiera soslayar, la alusión a la herencia de Ricardo Maduro es inevitable para evitar ser injustos con la administración Zelaya.
El gobierno liberal no partió de cero el pasado 27 de enero, sino que lo hizo teniendo como base lo actuado por su antecesor. Un buen saldo facilita la gestión; uno malo la dificulta.
Pese a la insistencia del ex presidente Maduro y de su equipo de gobierno de que hicieron bien las tarea y que dejaban una “mesa servida”, lo cierto es que la impresión entre la mayoría de la población es otra. Maduro dejó muchas “minas” enterradas y una altísima corrupción.
R. Maduro y R. Alvarez, ambos nacidos en Panamá
Sólo para el presente año (2006), el anterior gobierno dejó el compromiso público de pagar unos 2,600 millones de lempiras en concepto de deuda interna, teniendo como beneficiarios principales a los bancos privados, pero la deuda acumulada es mucho mayor si se toma en cuenta que en los pasados cuatro años el Estado abusó en poner a la venta bonos, ofrecidos con una tasa de interés elevada, y que fueron apetecidos por los banqueros, seguros de hacer un negocio redondo sin riesgos, pero que encareció y dificultó el acceso a crédito al pequeño y/o mediano productor, política que le da continuidad el actual gobierno..

Bajo esas circunstancias, el sabor que la ciudadanía tiene en la boca es de frustración y engaño porque la gestión de Maduro fue de empresarios para favorecer a empresarios…y si eran del gran capital salvadoreño, entonces mucho mejor. El “canal seco”, Puerto Cortés, bancos, aseguradoras, sector turismo,…todo a disposición de los inversionistas.
Además de haber llenado todos los requisitos de “país pobre, severamente endeudado” que permitió acceder a la condonación parcial de la deuda externa, el equipo Maduro sostiene que su logro principal fue alcanzar un nivel macroeconómico estable.
Según los portavoces de Maduro, el panorama que dejó era esperanzador: “un ascendente y sostenido crecimiento económico, una menor inflación, una estabilidad cambiaria, un sistema financiero sólido, finanzas públicas sanas, una deuda exterior disminuyendo, y un acuerdo vigente con el FMI”.

Madurolandia
La Foxilandia es un término del lenguaje político popular mexicano que hace referencia “al país de fantasía”, descrito por el Presidente Vicente Fox cuando menciona, según sus críticos, los logros de su gobierno (2000-2006).
El término también puede aplicarse a las declaraciones de Maduro y sus principales funcionarios. En “Madurolandia” (según la versión oficial):
• Triunfó la política de “cero tolerancia” y el ex ministro de Seguridad, Oscar Alvarez, fue un “héroe”.
• Las “maras” fueron aniquiladas o reducidas a su mínima expresión
• Bajó la tasa de pobreza.
• La economía que más creció en Centroamérica fue la hondureña.
• La firma de la Carta de Intenciones con el FMI garantiza el éxito de la economía hondureña.
• El desempleo disminuyó.
• Existió libertad de prensa.
• Los salarios son mejores que antes y el Lempira tiene más poder adquisitivo.
• Se fortaleció la soberanía del país.
• La lucha contra la corrupción se incrementó.
• Se le está ganando la guerra al narcotráfico.
• La deuda externa se redujo a dos mil millones de dólares y tenemos 4 mil millones de lempiras para ejecutarlos en los proyectos que priorice la población
• Logramos tener las reservas internacionales con cifras record, las más altas en la historia de Honduras” (Nunca dijo que fue por el aumento de las remesas que envían los migrantes)
• EL CAFTA es la mejor negociación económica, independientemente que desaparezca la micro y pequeña empresa y que los campesinos (as) decidan irse mejor de “mojados” a los estados Unidos.
La ex Presidenta del Banco Central, María Elena Mondragón, incluso advirtió a las nuevas autoridades que ante ese panorama “lo que puede hacerse son revisiones y afinamientos a las políticas adoptadas hasta el momento”. Nada más.
Al margen de dudas razonables en cuanto a la validez de las cifras divulgadas por el Banco Central, el problema es que esa “estabilidad macroeconómica” nunca se reflejó en la vida real y cotidiana del hondureño y la hondureña común y corriente, al contrario, la situación empeoró para miles de familias. Estadísticas oficiales ad­miten que la pobreza en mayo del 2001 afectaba al 64.5% de la población y en mayo del 2005 al 65.8%.
En otra esfera de acción, pese a ser considerado un gobierno “tecnocrático”, Maduro no aportó cambios sustanciales a la estructura pesada, burocrática, ineficiente y propensa a la corrupción que caracteriza al Estado. Las dejó tal como la recibió, o en peores condiciones.
En su efímero paso por la gerencia de la ENEE, Juan Bendeck, afirmó que “unos 1500, de los 3000 millones de lempiras en perdidas anuales de la ENEE son por actos de corrupción”.
La burocracia que encontró Zelaya incluyó 16 Secretarías de Estado (ministerios), 45 instituciones descentralizadas y autónomas, 71 direcciones generales, cinco comisiones nacionales, 188 Unidades ejecutoras y 284 programas y proyectos, con un presupuesto glo­bal de gastos superior a los 75 mil millones de lempiras.
De acuerdo con una evaluación hecha por las nuevas autoridades a los 284 programas y proyectos, el 42% de los mismos no están coordinados por la institución rectora correspondiente, 63% trabajan sin metas e indicadores, 68% no están alineadas claramente con la Estrategia de Reducción de la Pobreza (ERP), 81% tienen un des­fase operativo de 12 meses y casi 100% tienen costos operativos superiores al 30%. ¿Eficiencia?, ¿Eficacia?, pero ¿Cuáles son las medidas concretas para lograr esa coordinación, para alcanzar las metas, para mejorar la capacidad de ejecución, para lograr transparencia en la utilización de estos recursos?
Contrario al espejismo, diversos análisis y datos oficiales, así como las investigaciones del FOSDEH confirmaron que en el mandato de Maduro el sistema produjo más pobreza, más exclusión, más marginación, más injusticia, más corrupción y más migración forzada. En términos de inequidad, hoy se está peor que hace cuatro años. Oficialmente, el ingreso per cápita de los hogares bajó de 1660 lempiras en el 2001 a 1597 lempiras en el 2005 y el desempleo abierto pasó de 4.2% a 4.7% de la población económicamente activa. El subempleo se generalizó vía el crecimiento del sector informal.
En realidad, fueron los pobres, las remesas de los pobres, los que mantuvieron el equilibrio macroeconómico durante el gobierno de Maduro, como lo han hecho antes, como lo hacen ahora.
Vale preguntarse: ¿quiénes pagaron el costo del desempleo, de la falta de trabajo con salario digno, de la caída de la inversión pública…?
No es extraño que mientras más hablaron los ex ministros de Maduro de la ERP, en el país crecían los extremos de la desigualdad. Los grandes capitales salieron satisfechos, pero los pobres no. La verdadera disminución del déficit fiscal ocurrió en el gasto social, no en los privilegios. Sólo los dueños de las grandes plantas térmicas de generación de energía se embolsaron 6,000 millones de lempiras en el 2005, favorecidos por contratos en los cuales se obliga al Estado a pagarles incluso cuando no están produciendo energía.
También los empresarios de la maquila afianzaron su paraíso fiscal bajo el ropaje del CAFTA, y en contraste los (as) pobres soporta­ron un sacrificio fiscal por el orden de los 2,500 millones anuales, aspectos que continúan y en perspectiva vemos que se pretenden acentuar.
Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH)
4 de mayo, 2006
Más información en el siguiente enlace
FUENTE VOS EL SOBERANO

Author: HONDURAS UN PUEBLO UNIDO

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