Reestructuración ministerial
voselsoberano.com | Lunes 12 de Septiembre de 2011 08:34
Editorial Diario Tiempo
El presidente Lobo Sosa, en seguimiento de su agenda gubernamental, ha iniciado la reestructuración de su equipo ejecutivo para darle cohesión y eficiencia operacional a la gestión administrativa bajo su responsabilidad.
Con suficiencia táctica el mandatario ha comenzado ese urgente cometido en las áreas estratégicamente más conflictivas, o sea la de seguridad interna, la de relaciones exteriores y la de recaudación fiscal, de cuyo desempeño los resultados han sido deplorables, polémicos y contradictorios.
Es presumible, sin embargo, una segunda fase de renovación ministerial en las demás áreas donde está presente la mala gestión, el despilfarro e incluso la corrupción, y que, al mismo tiempo, generan conflictividad especialmente en lo que importa al desarrollo y bienestar social.
Desde ese punto de vista político, salta a la vista que el presidente Lobo Sosa trata de fortalecer la integridad del Ejecutivo, poniéndolo a salvo de la controversia electoral en ciernes, pero también en el intento de cohesionar el esfuerzo gubernamental para cumplir las metas y propósitos de buen gobierno.
Al contrario de lo que se acostumbra en nuestro país en estos casos, este proceso de reorganización ministerial partido de lo más difícil, principalmente en lo que toca a la seguridad interna, puesto que se trata de una estructura piramidal altamente jerarquizada, en la que los cambios han de ser oportunos y gozar de coherencia y organicidad.
Algo similar, aunque de menor exigencia, sucede con las relaciones exteriores, sumamente complejas y de amplia proyección externa, lo cual demanda suficiencia y experiencia. Ambas áreas, por lo demás, son de crucial participación del Ejecutivo, sobre todo dentro de la dinámica en boga en la que los presidentes asumen personalmente la diplomacia y las políticas de seguridad.
En el transcurso del año y medio de esta administración hemos presenciado una abierta discrepancia entre los planteamientos y decisiones del Ejecutivo y las actuaciones de los secretarios de Seguridad y de Relaciones Exteriores, a veces hasta llegar a extremos de desmentido.
Esa situación creó desconcierto al interior del país y en las esferas internacionales, con seria desventaja para la estabilización del aparato gubernamental. Por otra parte, la ejecución de la política tributaria derivó hacia la drasticidad, pero sin equilibrar su efecto en la mediana y pequeña empresa, con consecuencias contraproducentes al desarrollo económico y a la misma recaudación fiscal.
En lo que a la organización policial respecta, se advierte desde ahora un proceso de reestructuración a fondo, que debe ser en función del planteamiento presidencial sintetizado en una política flexible, en la que se combina la acción represiva y la acción social para llegar a la raíz de la criminalidad y la violencia.
Es de suponer una dinámica similar en las relaciones exteriores, una vez definida la titularidad. Es la dinámica de la reorganización, especialización y modernización, tanto en lo relacionado con sus vertientes diplomática y consular como, lógicamente, en lo que toca al personal apto para satisfacer dichas metas.
Como, al parecer, esta es la primera fase de la reestructuración, si, en realidad, así fuera, habría que esperar el final para analizar la congruencia y el éxito de esta operación de amplio espectro, la cual, a nuestro juicio es, hasta ahora, correcta, oportuna y plausible.
Septiembre 12, 201 CORTESIA VOS EL SOBERANO
