El silencio sobre la muerte de Roque Dalton expresa una parte lamentable de nuestra cultura”

jueves, 17 de noviembre de 2011

El silencio sobre la muerte de Roque Dalton expresa una parte lamentable de nuestra cultura”

El escritor y filósofo Luis Alvarenga.
El escritor y filósofo Luis Alvarenga presentó el 10 de noviembre "Roque Dalton: la radicalización de las vanguardias", un texto apoyado en su tesis de doctorado. En este su segundo libro en que aborda a Dalton, plantea la vigencia de la perspectiva daltoniana sobre los "mass media" y la manera en que el poeta intentó superar los límites de la estética y la política por medio de su literatura. El autor también reflexiona sobre la actualidad del asesinato del poeta.La publicación de este nuevo libro sobre Roque Dalton, ¿se sitúa en algún debate reciente?
Se podría decir que es tomar una postura sobre un debate bastante antiguo respecto a la relación entre la poesía y política de Roque Dalton, que ha tenido un montón de interpretaciones.
¿Cuáles han sido esas interpretaciones?
Ha habido dos interpretaciones extremas. La lectura que entiende o legitima la obra artística del autor en función de su praxis política. La otra lectura dice que entre una cosa y la otra no hay ninguna conexión necesaria, que es posible entender la poesía de Dalton separándola de la política, incluso dice que es aconsejable hacer esta separación. Creo que hay una limitación en esta posturas, porque se trata de un autor que insiste permanentemente en que hay una vinculación fuerte entre ambos aspectos, lo cual apunta hacia una crítica de la modernidad ilustrada y el papel que en la modernidad tiene la obra de arte.
¿Cómo es ese papel?
La obra de arte se ve como algo inocuo y que no tiene por qué afectar nuestra vida cotidiana, no tiene ninguna repercusión ética, ni política ni nada por el estilo. Este es un asunto bastante grave porque estamos desligando el arte, que es la expresión de la sensibilidad, de otros aspectos cruciales de la vida humana. Teóricamente podemos separar la economía y la política, pero en la vida real todas estas cosas se entrecruzan y aquí es importante lo que dice Dalton.
¿Esta visión podría ser insumo para un gobierno a la hora de plantearse desarrollar políticas culturales?
Creo que esta visión no ha sido bien apreciada ni por gobiernos de derecha ni de izquierda. No solamente el tema del arte, que solemos reducir la cultura al arte, sino la importancia que juega la subjetividad en los procesos sociales, sobre lo que todavía hace falta mucho que reflexionar. Tampoco es un asunto que se va a resolver con una política gubernamental, es una cuestión mucho más radical: está en las carencias que ha habido en los proyectos emancipadores, que han estado muy marcados por la lógica de la Ilustración.
¿Cuál es esa lógica?
Es la lógica de la racionalidad estratégica, del cálculo de medios, de la manipulación tecnológica de la naturaleza, de la intervención política para liberar al ser humano, y eso lo dicen tanto los proyectos socialistas como los liberalistas de cualquiera de las utopías ilustradas.
¿Qué le hace falta a esa lógica?
Hace falta ponernos en contacto con la subjetividad, con lo emocional. Y en este sentido Roque Dalton continúa una tradición muy rica en Latinoamérica y en el marxismo heterodoxo. En Latinoamérica, por ejemplo, Mariátegui afirma la importancia de la emotividad y del carácter crítico de la cultura, cosas que la mentalidad cientificista tiende a ver de menos. En Europa, Gramsci es un autor al cual Roque Dalton sigue de cerca, y dice que la parte más difícil de los cambios sociales no viene dada en un cambio de gobierno o en un cambio de relaciones económicas, sino en el cambio cultural y en el cambio de visiones de mundo.
Y en el caso de los artistas, ¿Dalton sugiere una postura?
Ahí estamos en una cuestión muy complicada. Tratar de imponer líneas o directrices sobre cómo enfocar la obra de arte ya nos coloca frente a un problema bastante grave con el cual también se enfrenta Dalton. El problema de la autonomía del arte es bastante delicado. El arte debe tener una dosis de autonomía para que tenga un carácter crítico en la realidad. El problema es que la modernidad va creando una visión distorsionada de esta autonomía, nos dice que esta autonomía es total y absoluta, y por lo tanto los artistas andan en una especie de burbuja.
¿Esa autonomía de Roque Dalton puede ejemplificarse en la interpretación que hace de nuestra historia?
Es un punto muy interesante. El arte tiene un nivel de autonomía relativo que permite cuestionar la realidad tal como es y nos permite preguntarnos si se pueden entender la realidad de otra forma, de ahí la ciencia ficción y un montón de expresiones artísticas que tienen una visión crítica de la realidad. Muchos en la Academia [Salvadoreña de la Historia] le cuestionan a Dalton esa forma muy particular de referirse a la historia salvadoreña, y dicen: "Esto no es historia, esto no es ciencia de la historia". Efectivamente, no lo es. Un libro como "Las historias prohibidas del pulgarcito" no tiene esas pretensiones ni quiere entender la historia como la entienden los positivistas, quienes creen que el relato histórico de las cosas debe ser tal como sucedieron. Se trata de una concepción más construccionista.
¿Cómo se diferencia su abordaje del de otros especialistas en Dalton, como Luis Melgar Brizuela o Miguel Huezo Mixco?
Mi perspectiva es más filosófica que literaria, y he tratado de ir dialogando con ciertas ideas que van saliendo en la poesía o en los ensayos de Dalton, que tocan temas filosóficos. El problema fundamental que dialogo con Dalton es la crítica de la enajenación, cómo la modernidad con toda su potencialidad crea una subjetividad enajenada que es aparentemente contradictoria.
¿En qué consiste esta contradicción?
La modernidad es ese asiento histórico que apuesta por la racionalidad y por la libertad del sujeto, por la individualidad. Ese cambio de "atrévete a pensar" te da posibilidades de reivindicarte, de hacer tu destino, de afirmarte como individuo. Pero, por otra parte, también es una subjetividad que está totalmente fragmentada, a tal grado que parece tan normal que un individuo pueda separar sus acciones políticas de su vida personal y de sus condiciones morales, y cada una de estas cosas tiene su propia gaveta, su propio compartimento, sin que una tenga que ver con la otra. Es una visión bastante esquizofrénica.
¿Es el libro para todo tipo de lectores?
No he querido hacer un tratado filosófico, me he divertido haciendo este libro. Espero que a la gente que lo lea le agrade y tal vez le resucite algo: inquietudes, nuevas lecturas. Ese es mi cometido.
¿De dónde nace su interés por estudiar a Dalton?
Es bastante antiguo. Nació cuando empezaba a leerlo en bachillerato y me pareció siempre un autor muy sugerente en muchos planos. Tratar de penetrar en lo que quería decir estéticamente en los libros más complejos fue para mí una aventura. Leyendo a Dalton he logrado incursionar en lecturas de otros autores de la tradición poética de las vanguardias narrativas y poéticas occidentales.
¿Qué relación tiene este libro con "El ciervo perseguido"?
De alguna manera hago del trabajo de investigación biográfica que hice en ese libro un eje en esta relación entre la poesía, la ética y la política. Lo que había hecho era una reconstrucción biográfica y, por cierto, estoy trabajando en una versión corregida de ese libro. Pero este tiene relación con una problemática mucho más amplia, con cosas que a lo mejor el autor no había abordado. Es un ejercicio de interpretación de su obra desde una perspectiva del siglo XXI, no un intento por dilucidar lo que tenía en la cabeza o lo que realmente quiso decir.
¿Cuál es el aporte que deja este ejercicio?
Encontrar algunas confluencias entre poesía y política permite ver a este autor desde una forma mucho más rica. Normalmente hacemos una abstracción con las ideas de un autor, lo vemos desde un punto de vista muy específico como una totalidad clausurada. Es un problema bastante grave y complicado, porque tenemos una compresión muy fragmentaria de las cosas.
¿Podemos decir que la obra y las posturas de Dalton permanecen vigentes?
Claro, pero cuando decimos que Dalton tiene vigencia debemos aplicar un sentido crítico, un sentido más creativo. Lo que tiene vigencia es ese perfil del intelectual crítico que busca conocer la realidad e incidir en ella a partir de su campo de acción. Si siguiéramos entendiéndolo en un sentido mecánico implicaría afiliarse al partido, preparar condiciones para la lucha armada... y ahorita estamos en un contexto distinto.
¿Es aplicable la perspectiva de Dalton frente a los 'mass media' en los tiempos modernos?
La postura de Dalton se apega al debate que se da en los años 60 -condensado por Umberto Eco en "Apocalípticos e integrados"- que tiene que ver con la reflexión crítica sobre los medios que se dio en América Latina. Más que condenar a los medios como una herramienta de enajenación, hay una conciencia de que estos medios sí pueden crear una conciencia distinta. Hay que recordar que Dalton tuvo en su trayectoria una vinculación a los medios: como estudiante aparece en la plana de redacción de Opinión Estudiantil, luego trabaja con Álvaro Menéndez Leal en el Teleperiódico... Lo que nos sugiere es que así como los medios pueden construir una conciencia enajenada también pueden despertar un pensamiento crítico.
¿Cómo se podría plantear el modelo que Dalton propone?
Acá la experiencia histórica ha sido complicada. Antes y durante la guerra, frente al panorama de censura y persecución se crearon medios que actuaron en la clandestinidad, como las radios guerrilleras. ¿Qué ocurre después? La izquierda no logra crear un proyecto mediático distinto. Más bien termina rindiéndose a la lógica del mercado reproduciendo lo mismo, tratando de competir en su cancha con sus mismas reglas y no plantea un contradiscurso. El tema de los medios y su efectividad no se pueden considerar solamente como una cuestión de la competencia de las empresas mediáticas tradicionales.
¿Cree que hay un público para ese contradiscuro?
Todavía estamos transitando esa secuela de la posguerra. A pesar del proceso de negociación que abrió la paz, nuestra sociedad se volvió bastante apática en términos políticos. Y esto ha tenido que ver con el hecho de que la creatividad de los movimientos sociales muchas veces terminó canalizándose en función de necesidades electorales. Esta antipatía volvió a nuestra sociedad muy fragmentada y muy individualista.
Vamos a un aspecto de la vida de Dalton que sigue quedando en lo oscuro: su muerte. ¿Planea seguir abordando este tema o cree que con "El ciervo perseguido" lo dijo todo?
Al tratar ese tema nos topamos con que la gente que sabe las cosas no las quiere decir. Hay muchos secretos, verdades a medias, mentiras y parece que quienes han tenido una participación muy directa, tanto de la izquierda como de la derecha, prefieren guardarse los secretos.
¿Qué piensa de las recientes acciones judiciales de la familia Dalton y de sus reclamos a este gobierno por no colaborar para sacar de la impunidad el caso, incluso de proteger a Jorge Meléndez, a quien se le vincula con el proceso que llevó a la muerte al poeta?
Lamentablemente no ha habido indicios de apoyo a las demandas de la familia Dalton, y eso es preocupante porque el otro año se cumplen 20 años de los Acuerdos de Paz, y si bien la muerte de Roque se da antes del inicio oficial de la guerra, es un hecho importante porque el dolor de la familia de Roque es el dolor de un montón de familias salvadoreñas: la incertidumbre de no saber exactamente qué le pasó a sus seres queridos.
Y aparte de las implicaciones de la justicia, ¿cree que dar respuesta a las preguntas sobre la muerte de Roque Dalton tendría una incidencia cultural?
Sí. El silencio sobre este tema expresa una parte bastante lamentable de nuestra cultura: somos una cultura autoritaria, por un lado, pero también somos una cultura que muchas veces le huye a tratar temas gruesos. En la medida en que se vayan clarificando este tipo de temas puede haber un cambio en nuestra cultura. Callar, no hacer nada o resignarnos para no causar más problemas es una cosa muy terrible porque genera la seguridad de que se puede hacer una cosa de este tipo sin ningún tipo de reacción, eso también es alarmante.
¿Cuál Roque Dalton cree que está más presente en el inconsciente colectivo de los salvadoreños: el escritor, el militante asesinado por sus compañeros o ambos por igual?
Es interesante ver cómo es la construcción en el imaginario popular, porque mucha gente no lo ha leído y lo que conocen es el "Poema de amor", o lo conciben como un Roque bohemio, dicharachero, mujeriego, parrandero, revolucionario. Y acá cabe algo muy bonito que decía Mariátegui sobre cómo los mitos tienen un papel importante en los procesos de cambio social. Él ve los mitos como una objetivación de parte de los pueblos, de sus anhelos, utopías y lo simboliza en un personaje, y en realidad el personaje creado es mucho más sugerente que el personaje histórico: es una inspiración. Eso es lo que ha privilegiado y lo que ha quedado de Roque: ese de los poemas de amor, el de esta construcción lúdica, la cual tiene mucho que ver con el anecdotario de la gente que lo conoció o dice que lo conoció.

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