La democracia, sus formalismos y falacias

lunes, 21 de febrero de 2011


Eduardo David Ardón



El sistema de la democracia representativa siempre ha sido cuestionado en Honduras, pero hoy más, después del Golpe de Estado.
No puede existir respeto y fidelidad a la Constitución, si los que tienen el poder del Estado son los encargados de violarla cuando consideran que sus intereses están en peligro.


Estudios anteriores nos demuestran que el 83% de los hondureños no está conforme ni satisfecho con la democracia y el 64% desea que surja un liderazgo que transforme el desarrollo democrático del país.
El pueblo exige que se ponga en práctica una democracia que funcione, sea esta burguesa o proletaria.


El gobierno que dirige don Pepe Lobo, surgido de la ilegalidad impuesta por el golpe, continua con las violaciones a las libertades, persiguiendo, golpeando y encarcelando y en el peor de los casos matando a maestros y partidarios de la Resistencia, por su actitud de protesta y oposición al régimen.


La democracia, como ha dicho el embajador norteamericano en nuestro país, Hugo Llorens, no solo es participar en las elecciones.
La democracia es como un organismo vivo de las instituciones del estado que representan al pueblo y deben responder a sus necesidades.


Abraham Lincoln definió la democracia como el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, pero nunca contra el pueblo. Pero aquí surge una interrogante ¿Qué es el pueblo? ¿Quién es?

El concepto pueblo es una categoría histórico social, que considera a la población que constituye la fuerza productiva de un país. Al pueblo lo integran los obreros, campesinos, proletariado agrícola, trabajadores en general de la ciudad y el campo, los estudiantes, intelectuales de todas las profesiones que por lo general están desprotegidos, viven de un salario o sueldo y son los creadores de la riqueza del país, en pocas palabras, los que tiene que vender su fuerza de trabajo como una mercancía al capitalista dueño de los medios de producción traducidos en fabricas.


Las personas que ocupan el poder económico y político para defender sus intereses de clase y que por lo general forman parte del gobierno, no se consideran parte del pueblo porque actúan contra él y no se adhieren a sus intereses, sentimientos y esperanzas.
Los jerarcas del ejército, policía, cuerpos punitivos, autoridades eclesiásticas, no son pueblo, sino que por el contrario, se aprovechan del mismo para actuar en contra de sus intereses.


El concepto democracia, por otra parte, es abstracto, complejo, de múltiples significados que adquiere su concreción o realidad de acuerdo con los aspectos que quiere resolver, por ello, no es igual en ningún país.
Por esta razón de engaño, es que la democracia en Honduras es un juego dramático, trágico o cómico.

En algunos países la democracia es sinónimo de valores éticos y humanistas. En otros, la palabra democrática se forma con los valores anti éticos que los adoptan los políticos para establecer miseria, pobreza, ignorancia, enfermedades, inseguridad, inestabilidad política, violencia, impunidad, traición a la patria, etc.


Concretamente, la degradación humana con la participación y complacencia del mismo pueblo.
Las dictaduras y gobiernos represivos se han encargado de liquidar la incipiente democracia que han transitado algunos estados.


Lo que ocurre en Túnez y Egipto es demostración de lo que decimos. Treinta años de dictaduras en estos dos países, tienen a los pueblos egipcio y tunecino en las calles bajo el fuego de la metralla y toletazos de la policía.
En Egipto ya suman mas de 300 muertos y los estados Unidos, aliado de Mubarak, porque le ha cuidado la espalda de los hermanos musulmanes, no hace nada por detener la masacre.
Por lograr el objetivo democrático es necesaria la redistribución del poder, de tal manera que el pueblo participe en las decisiones más importantes del país.


Esto significa que hay que dar el salto de la democracia representativa a la participativa que es la que exige en nuestro país la Resistencia y el pueblo.
De acuerdo con estos criterios ¿Sera posible la democracia en Honduras? La marcha de nuestra sociedad y sus esfuerzos por construir una democracia más equitativa no se detiene, este o no reflejada en los medios de información.


Volver a la democracia en el país es retrotraernos en el tiempo, antes del golpe de estado y deponiendo toda actitud autoritaria de los poderes del mismo.
Significa también deponer la actitud tozuda de la Corte Suprema, Fiscalía y Ministerio Publico y facilitar el retorno, de Republica Dominicana del Presidente Mel Zelaya. El exilio ya dura un año y el pueblo urge y necesita la presencia de Mel para continuar la lucha democrática detenida por la fuerza de las bayonetas.


Si Pepe Lobo culpa a la Corte por la negativa al regreso de Mel, lo más correcto es llamar a unirse al pueblo para resolver esta situación.


¿O es que es más fuerte la terquedad del Fiscal y Presidente de la Corte, que la opinión del pueblo hondureño?


Por su parte, el Frente Nacional de Resistencia Popular debe organizar todos los mecanismos de seguridad para que el coordinador nacional de la Resistencia regrese.
Las discrepancias deben hacerse a un lado y partir de lo que es común a todos: la oposición al golpe.


Procedamos, en la lucha, a cambiar el formalismo y las falacias de la democracia hondureña, convertirla en participativa y en un instrumento de desarrollo del país, que cumpla con los intereses del pueblo.

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