Durante lo que va del día la violencia policial es extrema en todo el país. Las declaraciones de los
altos jerarcas de la policía en el sentido de que utilizarían la fuerza de acuerdo a los convenios internacionales
si se daban manifestaciones no tienen nada que ver con la realidad que hoy estamos
viviendo. De muchos lugares del país recibimos informes sobre la bestialidad con que actúan contra
los manifestantes.
Ahora mismo (1:50 p.m.) en Tegucigalpa están lanzando bombas lacrimógenas contra los manifestantes
que entraron a las instalaciones del IMPREMA para protegerse de la brutal agresión policial.
Conociendo del hecho, miembros de la Comisión de Verdad hicieron presencia en ese lugar para
conocer in situ de las violaciones que ahí se comenten. También ellos quedaron atrapados sin posibilidad
de salir porque la misma policía lo impide. Y siguen lanzando gases lacrimógenos.
De acuerdo a información reciente, alumnos del Liceo Franco-Hondureño se encuentran atrapados
en ese colegio y los maestros se han visto obligados a encerrarlos en los baños para protegerlos
contra los gases y el temor a una irrupción en el lugar con la bestialidad de las hordas de la
policía
al servicio de la oligarquía nacional promotora del golpe de Estado y saqueadora de los bienes y
recursos públicos.
Queda demostrado una vez más que el discurso neoliberal sobre la tolerancia no tiene sentido en la
realidad. La más sencilla o simple reivindicación de derechos de parte de los asalariados hondureños,
campesinos y otros que se ganan la vida por cuenta propia son respondidas con la brutalidad de
los gorilas que no desaparecerá si el pueblo no logra una sociedad en la que impere la justicia y la
democracia.
A la comunidad nacional e internacional pedimos que ejerzan la presión que consideren necesaria
para parar la represión que de nuevo sufren masivamente grandes sectores sociales de la población
hondureña. Con el rompimiento del orden constitucional y consecuentemente de la disfuncionalidad
de las instituciones del Estado, en especial aquellas que deberían estar defendiendo los derechos
humanos, no nos queda más que acudir a la solidaridad y enérgica denuncia ante tales hechos.
Tegucigalpa MDC 17 de marzo de 2011
Cortesia de
FNRP
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