
Zelaya visitó recientemente a Hugo Chávez.
Imagen: Pablo Piovano
–¿Usted estaba al tanto del encuentro entre Lobo, Chávez y Santos?
–Sí. Teníamos conocimiento previo tanto del deseo de mediar como de las gestiones de Colombia y Venezuela en el caso de Honduras. Durante este tiempo de mi destierro los países de América latina, especialmente República Dominicana, y en Europa, especialmente España, han hecho esfuerzos por encontrar una salida a la crisis hondureña. Así como la Organización de Estados Americanos. Debo hacer una mención especial a la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA): ambas organizaciones mantienen una posición mayoritaria y sólida en el caso del no reconocimiento de Honduras por falta de enmienda a la situación imperante, especialmente los gobiernos de Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Uruguay junto a Nicaragua.
–¿Cómo se llega a esta mediación?
–La formalización de la mediación de Colombia y Venezuela a iniciativa de dos presidentes de Unasur es una opción con la cual podemos contar y darles todo el apoyo para que avancen ahora que se cumplen casi dos años del golpe de Estado. Las fuerzas sociales y políticas que integramos el Frente Nacional de Resistencia nos hemos sumado a las aspiraciones del pueblo hondureño de impulsar un proceso pacífico de lucha, que restaure la democracia y la justicia en nuestro país. Planteamos cuatro puntos al presidente Chávez: la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, el retorno de todos los exiliados, el respeto a los derechos humanos, y el reconocimiento del Frente Nacional de Resistencia como fuerza política y con garantías de participación política. La participación de Chávez y Santos nos dan certeza de que no seremos burlados como en el acuerdo Tegucigalpa-San José por un aprendiz de dictador.
–¿Usted podría volver a Honduras con garantías?
–Mi derecho a disentir abiertamente en la política de mi país, sin estar desterrado; mi derecho a construir propuestas para el bienestar de mis compatriotas en mi propia patria y en el propio terreno de los hechos; a profesar mi religión cristiana y defender mi ideología política como un “liberal pro socialista” contra la explotación y la pobreza que sufren tres cuartas partes de la sociedad hondureña: son garantías constitucionales que nadie debería de negarme, y claro que se pueden garantizar, esto es parte sustancial de los acuerdos de la mediación. La restauración de todas las libertades públicas y el respeto a los derechos humanos.
–Sí. Teníamos conocimiento previo tanto del deseo de mediar como de las gestiones de Colombia y Venezuela en el caso de Honduras. Durante este tiempo de mi destierro los países de América latina, especialmente República Dominicana, y en Europa, especialmente España, han hecho esfuerzos por encontrar una salida a la crisis hondureña. Así como la Organización de Estados Americanos. Debo hacer una mención especial a la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA): ambas organizaciones mantienen una posición mayoritaria y sólida en el caso del no reconocimiento de Honduras por falta de enmienda a la situación imperante, especialmente los gobiernos de Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Uruguay junto a Nicaragua.
–¿Cómo se llega a esta mediación?
–La formalización de la mediación de Colombia y Venezuela a iniciativa de dos presidentes de Unasur es una opción con la cual podemos contar y darles todo el apoyo para que avancen ahora que se cumplen casi dos años del golpe de Estado. Las fuerzas sociales y políticas que integramos el Frente Nacional de Resistencia nos hemos sumado a las aspiraciones del pueblo hondureño de impulsar un proceso pacífico de lucha, que restaure la democracia y la justicia en nuestro país. Planteamos cuatro puntos al presidente Chávez: la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, el retorno de todos los exiliados, el respeto a los derechos humanos, y el reconocimiento del Frente Nacional de Resistencia como fuerza política y con garantías de participación política. La participación de Chávez y Santos nos dan certeza de que no seremos burlados como en el acuerdo Tegucigalpa-San José por un aprendiz de dictador.
–¿Usted podría volver a Honduras con garantías?
–Mi derecho a disentir abiertamente en la política de mi país, sin estar desterrado; mi derecho a construir propuestas para el bienestar de mis compatriotas en mi propia patria y en el propio terreno de los hechos; a profesar mi religión cristiana y defender mi ideología política como un “liberal pro socialista” contra la explotación y la pobreza que sufren tres cuartas partes de la sociedad hondureña: son garantías constitucionales que nadie debería de negarme, y claro que se pueden garantizar, esto es parte sustancial de los acuerdos de la mediación. La restauración de todas las libertades públicas y el respeto a los derechos humanos.