EL FIN DE LA MENTIRA, portada y editorial EL LIBERTADOR impreso, julio 2011

viernes, 15 de julio de 2011

EL FIN DE LA MENTIRA, portada y editorial EL LIBERTADOR impreso, julio 2011

La patraña cayó por su propio peso. Si bien nunca tuvo pies ni cabeza, el sofisma de la “sucesión constitucional” siempre fue el sustento que permitía a la oligarquía, a sus títeres políticos y a su canalla mediática, alegar la legalidad de su anacrónico actuar durante los momentos oscuros de finales de junio de 2009.
El informe de la oficialista Comisión de la Verdad, más allá de las omisiones, es lapidario y contundente. Fue innegablemente, golpe de Estado. El dictador Roberto Micheletti asumió un gobierno de Facto, el Congreso Nacional carece de facultad legal para destituir a un gobernante electo de manera constitucional, las Fuerzas Armadas al mando del cerril general Romeo Vásquez Velásquez, cometieron flagrantes violaciones a los Derechos Humanos, en fin, un cúmulo de arbitrariedades y delitos que deberán ser juzgados y castigados por los Tribunales independientemente de cuál sea su jurisdicción.
El informe evidencia el cáncer terminal que agobia al orden institucional hondureño, al extremo, que la pre diluviana aventura oligárquica, empresarial, militar y clerical, se llevó de encuentro al gobierno de Porfirio Lobo Sosa. Ante eso, sugiere la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente para establecer el Estado de Derecho.
El fin del sofisma, no significa el fin del conflicto político. La exigencia de castigo a los culpables por los delitos derivados del golpe de Estado adquiere mayor sentido y consistencia. El reclamo de una Constituyente, posee mayor lógica y se convierte en una necesidad nacional. Violentada de forma artera por aquellos que se rasgaban las vestiduras en su defensa, la Constitución actual es ya, un desfase legal a superar. La Honduras pos golpe de Estado requiere una nueva ley fundamental y una nueva institucionalidad acorde a las aspiraciones de los ciudadanos del siglo XXI. Es paradójico, los mismos que avalaban la Constitución de 1982 le dieron el tiro de gracia.
Sorprende lo fugaz de la mentira y cómo la verdad se sobrepone a la asfixia oligárquica para poner bajo el sol a las fuerzas anti pueblo. Políticos, empresarios, dirigentes religiosos, militares, medios de comunicación y sus altavoces, todos ellos y otros más, han sido desenmascarados como brutos personajes del golpismo y de la reacción criolla, al servicio de una oligarquía corrupta, fracasada y mediocre. Los que no conocen los límites del ridículo y la estupidez humana, defendían a garganta abierta el fenecido sofisma de la “sucesión constitucional”, en el mismo momento que Eduardo Stein entregaba el informe de la Comisión de la Verdad al presidente Lobo Sosa.
Sobran las encuestas, los interminables artículos de los “grandes pensadores”, los gritos de los mercenarios de la cámara y el micrófono, los argumentos legales de los leguleyos más connotados en el foro jurídico nacional y las homilías de los que sostienen el impúdico maridaje entre la iglesia y el poder. Todo se vino abajo, naufragaron los enemigos del pueblo.
Es laudable un reconocimiento para todos los que al lado de la sociedad, se mantuvieron coherentes y firmes ante el crimen y la barbarie, superando las amenazas y las dificultades, esperando pacientes el veredicto de esos jueces superiores, el tiempo y la razón. Dos años después, ese fallo tan esperado, es claro e inapelable ante la fuerza de la Historia.  CORTESIA EL LIBERTADOR

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